sábado, 24 de noviembre de 2007

Cosas de casa

(Una del 4 de Septiembre del 2006)

Como tenemos cosas en casa!...Una casa cosificada comunitaria como escribiera el epónimo Don Quijote de La Mancha. Tantas cosas que no caben en la cosimetría que es el aparato para medir las cantidades de cosas que acumulamos nadie sabe desde cuándo. La cosimetría es familiar porque cada familia cuenta con un inventario especial de cosas que guarda en los más disímiles lugares y que no son las cosas de otra familia o si lo son tienen una cierta diferencia: nos creemos que son cosas diferentes guardadas y que son originales. Son las mismas, pero no lo son, porque creemos que nuestras cosas son "cosa nostra" que es lo mismo que "mar aperto", "vitanova", "cine cittá", "es para guetti" o "Don Giovanni"...(caneloni, lasagna, pizza, birra, Italia, Roma...).

Si los muchachos tienen la paciencia escondida que es la mejor virtud asimilada para leer y meditar, pasaré a relatar algún por ciento de las cosas que tenemos y luego me dicen si cuentan con alguna parecida. Que me perdonen todos los Santos Suárez, Santa Catalina y San Juan Bosco, Santa Gertrudis, San Nicolás, San Benito y San Ambrosio pero no puedo mantener este secreto por más tiempo ahora que nos acecha la invasión de las cosas materiales, esas que enturbian los sentidos, que pesan, tienen dimensiones, son tangibles, contables, tienen vida limitada, alguien las hizo, las transportó, de las cosas que se compran y se venden, aquellas que están en los anaqueles del mercado exterior a uno, de esas mismas que tienen valor y valor de uso y por tanto bailan en la fiesta de las mercancías, de las cosas que apreciamos porque nutren la necesidad del estómago o del cuerpo que es la que nos dice que existimos cuando nos ataca furiosamente el salto acompasado del latido debajo del píloro en el mismo medio del pecho.

Voy a comenzar pues el inventario por el cuarto del medio que es el que menos se usa para dormir...Tengo vamos a ver aquí: Un cuadrito en la pared con un perro de colores, otro hecho a plumilla en Trinidad, un afiche con un grupo practicando ballet, un tablero de computadora roto, una bandera alemana, un certificado de maestría, una Sagrada Biblia, un diccionario, seis libros diversos sobre una mesa cuadrada, dos ratoncitos de computadora en desuso, disquettes de colores variados, un organizador de buró con lápices, papelitos y plumas dentro, una agenda, una computadora rota, un librero con 25 libros encima, un radio, una ardilla de plástico, un caracol de artesanía, un payasito de peluche, un reloj, otro radio más pequeño, un cenicero, un colgante que dice Valencia Manuel, una banderita, un paño de colores, un macramé con una cestica dentro, un sonajero, una silla, una lavadora, un forro, un escaparate (Dios mío como tiene cosas dentro!), una gritarra en su funda, otra silla, otro tablero de computadora, una computadora sobre cuyo tablero escribo, un bate rojo de goma tipo globo inflado que dice Durekbat, un cartelito sobre madera que dice "Hágalo con Calma", un florero blanco de vidrio con flores rojas de papel dentro, un closet (Santa María Madre de Dios, como tiene cosas dentro este closet!), un ventilador de pie, un panel para conexiones eléctricas, un teléfono, un rastreador de llamadas, una mesa (Santo Tomás de Aquino como tiene cosas dentro esta mesa de madera!), un colchón detrás de las puertas, dos lámparas de mano, tres paraguas, 20 percheros colgados, una soga para tender, una máquina de coser (Virgen de Regla, como tiene cosas dentro!) y otra máquina más (Virgen de la Caridad del Cobre, como tiene cosas y papeles dentro!), una banderita cubana, una libreta de direcciones, una lámpara de mesa, una pieza de artesanía en madera indígena venezolana que dice Canaima y un tapete con un venado tejido por mi mamá colgado en la pared...

Y dentro de la habitación estoy yo con dos perritos acostados a los pies que me están custodiando para que no me esconda y continúe escribiendo para que ustedes sepan cuántas cosas yo tengo en este solo cuarto. Saldo total de cosas tomando en cuenta lo que hay dentro de las cosas más grandes: 945, 390 teniendo en cuenta que hay sobres que tienen digamos 400 tornillitos, que hay gavetas donde hay por ejemplo más de 100 botones o agujas o alfileres, o cajas donde hay cientos de presillitas, mochos de lápices, hasta brochas, bombillitas, tuerquitas, arandelas, componentes diversos, más libros, libretas, ropas, zapatos, más percheros, cajas con qué tendrán dentro...Un grande Uff lleno de cosas, como diría cualquiera que se viera rodeado de cosas, de esas mismas que no tienen conciencia, ni un gramito de psiquis, nada, cosas cosificadas cuantificadas. La categoría quántum es lo más útil para estos casos de cosas sin conciencia, porque las dos personas que me custodian no pertenecen a este inventario y el animal que esto escribe tampoco. Somos "algo" animado, que estamos en la habitación eventualmente, participando en la contadera para el inventario y custodiando que este se haga con todas las reglas de la ley...

Para ir redondeando la cifra pudiéramos llegar a ciertas conclusiones parciales: si en un solo cuarto tenemos casi un millón de cosas, en los restantes qué no podremos tener?...Digamos en el baño, donde hay un closet con pomitos rellenos de pastillas para tomar, de revistas para leer, de recipientes para guardar y otro closet más con cuanto tareco existe y que guardamos allí. Y no hablemos del garaje (un privilegio que tenemos y que sirve de gran cueva para guardar más cosas)...San Agustín, como tiene cosas dentro ese dichoso garaje!. Desde gomas de auto, hasta trapos para limpiar, tanques, bujías, tornillos, llaves, latas, zapatos viejos, instrumentos diversos, maderas, cables, un anaquel en el suelo relleno hasta el tope con cosas de plomería, puntillas, tapas de plástico, tamboras, sombreros...Santa Irene qué enorme cantidad de cosas tenemos guardadas en el garaje!...Tenemos una dentadura postiza, una herradura, muelles para colchones, ácido para baterías, pinturas y piezas, tamboras de llantas, llantas mismas, martillos, destornilladores, llaves de abrir casas y caobas para hacer una cama, piedeamigos, un estante, un televisor ruso, escobas, trapeadores, desollinadores, brochas para pintar, un orinal, un pato de hospitales, dos bicicletas, masillas, blancoespaña, aceites, lubricantes, grasa y mucho alambre, como si fuéramos a cercar mil cuartones de reses...y libros, cientos de libros para dar cultura a todo un municipio. Un garaje típico del siglo pasado...lleno de cosas!

Tenemos millones de cosas dentro de la casa, de tal suerte que pudiéramos atrevernos a decir que el hombre es una especie de animal que arrastra y tiene lamilloncosa, un animal que guarda cosas, un cosiguardador, una especie de cosicultor que tiene tantas cosas como neuronas en el cerebro. Somos como rapiñadores de cosas, cosidores, tal como somos dadores de clases somos guardores de cosas. Pero una cosa son las cosas que nos rodean y otra las imágenes que tenemos de esas mismas cosas en los rincones más recónditos de nuestro cerebrito cosiguardador. Las cosas reales son materiales y las imágenes no lo son, son ideales y no tienen ni un gramito de materia, son inatrapables...Nos sentimos abarrotados, almacenirrotados aunque no derrotados, pero sí guardirrotados, cosidos a las cosas, arrastrándolas como si camináramos hacia El Rincón un 17 de Diciembre para cumplir una promesa. Nos movemos rodeados de cosas, bailan alrededor de nosotros las cosas su baile cosiHip y su ritmo Hopcosi, su valscós, su salsícos, su cósson, que son los bailes de las cosas que ellas mismas crean para cosificar cosificadamente esas mismas cosas.

Lo que tenemos delante es una casa totalmente llena o rodeada de cosas, objetos de todo tipo para ir mostrando a los transeúntes y visitantes que los que en ella habitan los acumulan y pueden por tanto ser portadores del virus de la objetomanía y convertirse si el virus prospera en objetómanos ("Dícese de aquellos especímenes que no piensan en otra cosa que perseguir y acumular objetos de cualquier tipo...") capaces de desarrollar ciertos sentidos contables, escrupulosamente exactos para almacenarlos, establecer con ello cierta tipología y vanagloriarse de tenerlos, poseerlos, conservarlos, cambiarlos o venderlos, comprarlos y mostrarlos.

Si vamos a tener en cuenta los objetos que poseemos (tener un objeto no es poseerlo, ya que este término significaría que lo usamos...puedo tener un par de chancletas y no usarlas, por tanto, no las poseo...de paso poseer no es cautivar que son cosas diferentes) tendríamos una cantidad infinita muy parecida al metraje de la redondez de la tierra, pero ese cálculo es teniendo en cuenta los objetos que poseemos y los que quisiéramos poseer, digamos por ejemplo, un microwave para tostar el pollo en dos minutos que no tenemos, por lo que tampoco poseemos pero quisiéramos tener para poseerlo y comernos el pollo tostado en dos minutos. Ese cálculo sería válido tomando en cuenta el universo de los objetos, pero estamos hablando de los que tenemos inobjetablemente y dentro de ellos, de los que poseemos, otro ejemplo más: tengo la herradura en el garaje pero no la poseo, casi. La uso solamente en los momentos en que me acuerdo que la suerte existe y entonces la tomo en las manos con la apertura hacia afuera y digo las palabras mágicas: "Que mal rayo no me parta y pueda ganarme la loto". Como ven en este sencillo párrafo la objetomanía es una enfermedad y el objetómano pinta parecido a Moliére, ("El avaro de...") que murió en aquella silla cerca de La Comedia Francesa, en una calle de París (se pronuncia Parrí) donde existe un cafetín para que sienten sus traseros ciertos intelectuales y si Ud. solicita un café de esos le cobran 14 euros (se pronuncia oiros). También como ven los objetómanos se convierten en grandes solidiscupios, resabiosos, puntillosos, cagalitrozos y pesaos cantidad porque todo lo quieren perfectísimamente perfecto incluyendo el idioma y su pronunciación...

He dicho todo esto porque todavía, después de reconocer la tal cantidad de cosas que nos rodean, seguimos acumulando cosas que almacenamos embelesados por las mismas cosas que nos enamoran para que las traigamos a casa y nos marean con su fetichismo que nos hace creer que poseen una propiedad sobrenatural y única: valer para algo. En realidad sirven para eso, satisfacen una necesidad ya sea del estómago o del espíritu. Un libro no se come, un plátano sí. Oro parece, plata no es!.

Dos personas (y una indefinida como semidios, Olokum, la jicotea Lulú que nada habla, piensa mucho y tiene cabeza de majá, remos de piragua, boca sin dientes y como quelonio al fin se pasa todo el tiempo en su bañera y se escapa cuando nos falta cariño y cuando tenemos de eso mucho regresa para espantar los males y traernos salud) y cuatro animales rodeados de millones de cosas...Siete contra millones. Siete David contra millones de Goliat!. Y para que ustedes vean, los cuatro animales que habitan esta casa y las tres personas que los custodian somos simples soldaditos de plomo con conciencia o psiquis que batallamos contra millones de cosas y no nos dejamos aplastar por ellas. Los cosiguardadores hemos salido ilesos de las grandes batallas libradas contra la invasión de las cosas...No hemos podido ser guardados dentro de ninguna gaveta, tirados en cualquier rincón, empolvados, entongados, almacenados, inventariados, utilizados, ordenados, colgados, conectados, embalados, acuñados, pegados, ensobrados, botados, arrastrados, empujados...ados, edos, idos, odos, udos. Las cosas no han podido...convertirnos en objetómanos.

Lo que verdaderamente atesoramos no son precisamente esas cosas de que hablamos sino otras cosas. Como dice el trabalenguas famoso: "Yo tengo una tablitatarabintintanguladora, quién la desengarabintintangulará, el desengarabintintangulador que la desengarabintintangulare buen desengarabintintangulador será". Si ese auditorio capaz y sensible que nos lee me permite, en la próxima conexión quisiera hablar del otro lado de las cosas que es el otro lado de la luna, ese satélite sin luz, de cara crateada, que brilla como espejo, regula las mareas, influye en el crecimiento de las plantas y que está ahí colgado como bombilla sin cable para que los perros le ladren, los poetas le escriban y los enamorados se la lleven de recuerdo. La cosaluna, la lunaespejo, unaluna un lunar que flota en el espacio sin aire...una cosa que en ciertas ocasiones amamos más que a ninguna otra cosa. Y que miramos cuando no tenemos otra cosa que hacer o cuando nos da por imaginarnos el barquito de papel que nos lleva a navegar por el ancho mar...Porque aprendimos que: "La luna es un gran queso que vive en un mar de añil" como dice más o menos la canción infantil. De todo eso les pienso hablar...para que vean qué se esconde detrás de las cosas y les adelanto algo: "Si Pancha plancha con cuatro planchas también la cosa en la casa de Chucha apesta a salchicha".

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