martes, 7 de julio de 2009

El horizonte

Queridos cros. y cras., comencemos como siempre con los buenos días y la definición inicial: ¿qué es el horizonte? A ver, la dama de la derecha, sí... usted misma, ¿quisiera darnos una definición de horizonte?... ¿No la tiene?... ¿La tiene pero no desea? Bien... Y el caballero de la izquierda, sí... usted mismo: ¿puede definirnos qué es el horizonte? Dígame usted. "Pues yo pienso que el uniforme es algo que tenemos siempre puesto cuando...". No, caballero, horizonte. ¿Qué es el horizonte? "¿Rinoceronte? Los rinocerontes son unos tanques de carne que...". Ya veo, sí, gracias... Y Ud. el joven de la primera fila: ¿por qué se sonríe?, ¿entendió mi pregunta?, ¿sí?... Dígame a ver. "El horizonte es eso que vemos cuando vamos a la playa, allá tu lo ves, allá a lo lejos llegando a las noventa millas donde se pierden las lanch..". Gracias, ya veo, no tenemos una definición de horizonte bien definida y está claro porque en ningún lugar se ha definido este asunto. Miren, yo les voy a adelantar algunas definiciones y luego ustedes saquen sus propias conclusiones... ¿OK?

Según Epicuro el horizonte es un propósito, una meta, un objetivo: el amor afiebrado y sudoroso. Hércules dijo cuando se enfrentó a la solución de una de sus tareas que el horizonte es el quid pro quo de la vida de un titán. Atila lo definió más sencillamente: el horizonte es cero cuando no vienen en las cabalgaduras los cuerpos desnudos de las mujeres. Locke creía que el horizonte era una masa flácida parecida a la del pan antes de hornear. Sin embargo Meyerbeer consideraba que el horizonte era un límite para Roberto el Diablo, una de sus óperas famosas. Para Pigafetta el horizonte jugaba un papel determinante en el rumbo de los mares y por ello logró sobrevivir en aquella expedición de Magallanes. En Mor de Fuentes podemos encontrar una definición más acabada en su obra Bosquecillo de Mi Vida y es ésta: el horizonte es el impulso vital y el todo de la existencia humana. Para Estrada era todo lo contrario: un error geométrico. Sartre consideraba algo así como que el horizonte es lo que no es y no es lo que es. Pero fue sin dudas Jorge Manrique el que mejor definió el concepto cuando expresó: Horizonte es la línea mental entre la vida y la muerte.

En los diccionarios se puede encontrar una definición simple y confusa como ésta: "Línea aparente que separa la tierra del cielo: un horizonte dilatado". O esta otra tal vez más creíble: "Superficie terrestre limitada por esta línea". O ésta: "círculo máximo de la esfera que la corta en dos partes iguales, el hemisferio superior y el hemisferio inferior". O esta genialidad: "extensión de una actividad: nuestro horizonte se amplía con la instrucción. Límite, esfera, extensión de una cosa. Perspectiva del porvenir: horizonte político".

Como podrán observar son tantas y tan disímiles las definiciones de horizonte (como de cualquier otro concepto) que lo mejor sería siempre exponerlas unas al lado de las otras para que la gente escogiera aquella con la que más se siente identificada su personalidad. Si es usted extrovertido su horizonte será más público, si es lo contrario será uno íntimo. En mi modesta opinión horizonte es eso que vemos a lo lejos donde se pierden las lanchas, una meta, un amor afiebrado, un cero con mujeres desnudas, masa de pan para hornear, límite del diablo, rumbo en el mar, impulso vital, línea mental aparente, superficie, algo que es y que no es que no fue y era, esfera y quid pro quo...

Realmente hablando, para mí el horizonte está en la bodega de la esquina: inalcanzable. También en el salario que percibo: inatrapable. En el amor que desearía: imposible. En los zapatos que pudiera usar mañana: inexistentes. En el descanso del domingo: ilusorio. Una meta como un punto de partida tal como escribía Kuchilán (mucha gente no sabe quién fue Mario Kuchilán del Sol, pero ese es otro cuento que algún día les haré), un derrotero, principio y fin de la ilusión como dice la canción, horizonte es aquello que nos llama como imán o que no se puede unir fuera de la probeta de cristal como el azogue (mercurio) del termómetro cuando se rompe. Aquello que vive humilde con la sencilla verdad de las cosas gigantescamente existentes en sus manos: cuanto más nos acercamos a él, más se aleja de nosotros.

Definición más o menos es lo mismo, digo yo. El asunto (la dificultad, el problema) estriba en que cada vez que tratamos con algo que tenemos que definir se nos convierte el ejercicio en un imposible como la existencia misma del susodicho horizonte. En nuestro caso al perderlo no lo tenemos, pues desde los antiguos la gente tiene lo que nunca ha perdido o pierde lo que nunca ha tenido, sofismas más sofismas menos en el caso que nos ocupa estamos como en la serie (Lost) de la última temporada: en una isla perdida de la cual no podemos salir o a la cual no podemos entrar. Miren si no, levanten la mano derecha delante de un amigo cualquiera y se encontrarán con su mano izquierda (la derecha es la izquierda) y esta incertidumbre de no poder definir algo que necesitamos nos pone la mesa con las patas hacia arriba, entre la vida y la muerte, una incertidumbre que no se amplía con la instrucción y por lo tanto tenemos con ello una limitación y una congelación de la perspectiva. Parece una de esas diarias boberías que nos ponemos a pensar o a hablar cuando nos falta el alimento en medio del estómago, pero no lo es. Es más bien un elemento consustancial de nuestra personalidad y nuestra indiosincracia (dije indio porque estoy hablando en indio, claro...), los cubanos de hoy somos así: no podemos definir el horizonte ni nunca lo hemos visto, tocado ni olido. Y sin embargo seguimos tan contentos como si nada. Somos un conglomerado social que no puede definir ni eso ni nada... ¡já!

Si ayer en esta misma clase muy pocos sabíamos lo que era la elipse o en la clase anterior cuántas personas están por debajo de los límites de la sabiduría o la pobreza ("la pobreza pasa, la deshonra no") ni el lugar exacto donde habita el unicornio o las causas concomitantes del por qué no se han resuelto los problemas relacionados con la existencia de vegetales en épocas de sequía o de verano, si no sabemos nada de la icterohemoglobinuriabacilarbovina, ni la diferencia entre quelonios y marsupiales, ni cuántos millones de kilómetros separan a la tierra del sol, ni cuánta cafeína hay en el té o en el café (dicen algunas investigaciones modernas que el té contiene más cafeína que el café, válgame Dios...) entonces no nos sonrojemos si no podemos definir el horizonte como la dama de la derecha que tenía la definición pero no deseaba darla (algo que le ocurre a ciertas damas siempre: poseen un don milagroso y sin embargo se resisten a darlo hasta un día) y es por esa misma razón queridos cros. y cras. que tienen para mañana una tarea: traer una definición propia de cualquier cosa. Y se acabó... No me vengan con más cuentos y si no pueden definir la cosa pues no pierdan el sueño y ya. A ver ¿qué es el sueño?...

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viernes, 3 de julio de 2009

Entre Cielo y Tierra

La gente aquí piensa más en lo que puede haber debajo de la tierra o encima de ella que en el espacio circunsterrestre, eso que los antiguos (y los modernos, ¿no?) llamaban cielo. La polémica y la disyuntiva misma es comúnmente esta: estamos entre el cielo y la tierra. Vean si no...

Como el alimento es prioritario ("el hombre antes de dedicarse a la política, la religión o la filosofía tiene ante todo que comer, vestir y tener un techo y para ello trabajar..." según dicen que dijo alguien, creo que fue Marx...) y junto a ello también la vivienda, el transporte, la ropa, los medicamentos, la cultura (se necesitan pinceles para pintar, saxofones para tocar, zapatillas para bailar, maestros para que nos enseñen a cantar, en fin, la cultura es también algo material que se traduce en ilusión, conceptos, juicios, razonamientos, estética, ética, pero en el fondo la cultura implica estar vivo el hombre como ser social y para ello se necesitan insumos, claro) son prioridades básicas, pero en el entorno actual la gente ha metalizado en cierto grado (hay quienes hablan de una invasión de la "materia"...) la vida que lleva y hay expresiones que tienen un significado neuronal aplastante como aquella que dice así: "Hoy se vive con cuatro neuronas: la de comer, la de vestirse, la de dormir y la de reproducirse"... Sobre todo esto último pues los jóvenes (¿y viejos?) que van a la calle G esquina a 23 no piensan en otra cosa que en eso...

Buscando el alimento nos vamos a la agricultura y no hay que ir mucho a la universidad para darse cuenta de que con aire, sol y algo más podemos tener en un período corto (cultivos de ciclo corto) lo que le podamos arrancar a la tierra con nuestro trabajo. No son pocos los que hay buscado soluciones alimenticias en tierras que no estaban destinadas al laboreo, digamos. Eso sin hablar de la cría de ganado como está sucediendo con esos ejemplares gigantescos llamados búfalos que no solo se multiplican en demasía sino que también son incontrolables pues arrasan con cuanta hierba se tropiezan y destruyen no sólo plantíos sino poblados enteros. Muchos productores de tabaco no quieren seguir sembrando por la cercanía de los búfalos que se lo comen todo, incluyendo ese tipo de plantaciones son, podemos decirlo, búfalos nicotínicos y nadie puede decir cuántos son los búfalos, búfalas y bufalitos que existen, parecidos a los jovencitos de la calle G...

También el mar nos proporciona eso que llaman "peces", algo que nos rodea como isla (¿archipiélago?) que somos y que en los últimos cincuenta años han desaparecido y vuelto a aparecer nadie sabe cómo. También otras especies como quelonios, crustáceos, etcétera, que podemos consumir en restaurantes cuando tenemos eso que llaman dinero en los bolsillos. Por otro lado existen animales que vuelan (¿aquellos que tienen plumas, son los únicos que vuelan?) pero esos animalitos no se ven mucho en la mesa común y corriente (gansos, pavos, ocas, patos, faisanes, guineos...) y aunque son apetecidos parece que nos hemos solidarizado con la ingestión del pollo de ballet y no hemos podido resolver otra opción cultural similar o diferente... como pudiera ser un ganso futbolístico u otro ejemplar de muslos poderosos. La gente comenta que también hay muchos gansos y guanajos vivientes humanos en la calle G...

La búsqueda de alimentos a través de alguna gestión útil como el trabajo, digamos, se ha convertido en un sentido de la vida para la sobrevivencia actual pero en ese propósito la gente no está mirando mucho hacia las carreras del espacio como son las relacionadas con la balística, la cohetería, la ingeniería cósmica, la ingeniería espacial, la cibernética galáctica y otras afines que nos permitirían no sólo viajar en el futuro al cosmos o descubrir civilizaciones inteligentes incluso dentro de nuestra propio sistema solar sino también proyectarnos con visión futurista hacia el siglo XXII que será el de la conquista del espacio y el de la transportación de la civilización humana terrestre a la población de mundos habitables... Un mundo galaxial mejor también es posible, como algunos estudiantes dicen cada cierto tiempo allá por la calle G y se ponen en órbita tomando ciertos líquidos coheteriles o fumando determinados motores reactivos a pólvora que los ponen a tono...

El asunto de las migraciones también nos ocupa constantemente, tanto las oficiales autorizadas y programadas como las que no lo son y eso (que parece estar debajo de la piel de los cubanos) que se llama la intención de viajar (se demuestra de manera diaria cuando se pasa revista a las terminales de guaguas y trenes repletas de viajeros) no tiene parangón en cualquier otro pueblo del planeta. Ahora mismo se están programando viajes desde las provincias orientales hasta Batabanó y de allí hasta la antigua Isla de Pinos (como se sabe esa porción del territorio nacional se denomina Isla de la Juventud, pero la gente le sigue llamando Isla de Pinos... como le sucede a muchos centrales azucareros y a calles que le han cambiado el nombre) y una guagua recoge diez turnos por provincias (desde Camagüey hasta Guantánamo se considera provincias orientales), transporta personal hasta su destino y de allí en barcos los llevan hasta la Isla, para que vayan a visitar a los familiares que poblaron aquel lugar desde hace más de cuarenta años y que muchos ni siquiera conocen... Cuando se juegan los partidos de pelota el equipo de aquel lugar (La Isla...) recorre todo el país y es la única oportunidad de encontrarse con familiares o conocidos y entregarle correspondencia o noticias de primera mano. Aunque se les denomina pineros todo el mundo sabe que los jugadores de pelota de ese equipo son los llamados "palestinos" o descendientes de éstos y eso se sabe por el lenguaje, las expresiones y el tono de la voz... Por cierto, las migraciones también han tenido una motivación alimenticia como se sabe y se puede comprobar en las concentraciones de personas afines o no, como sucede allá por la calle G...

Este asunto de mirar más a la tierra y al mar que nos rodea y casi nada al "cielo" (poca gente observa la galaxia con algún telescopio en nuestros días) hace que nos estemos convirtiendo en una especie que mira poco hacia arriba y por el contrario camina mirando casi siempre hacia abajo. Generalmente debe hacerse así para sortear los obstáculos de la vía (baches, huecos, cacas de perros y gatos, piedras en el camino y otros) pero con ello estamos dejando de mirar el vuelo de los pájaros, el de los aviones, la observación de la trayectoria de los satélites, la enamorada Luna, el famoso lucero del alba (Venus) y hasta el propio Sol al que no podemos ver mucho sin protección pues nos quema la vista. El avión de la fumigación contra el mosquito ya no vuela sobre la ciudad por el gasto excesivo de combustible, no todos tienen la oportunidad de ver aterrizar o despegar los aviones en las terminales de ese tipo de transporte, el paracaidismo deportivo brilla por su ausencia al menos eso es lo que se observa, los muchachos ya han perdido la costumbre de volar cometas, chiringas, papalotes, barriletes o coroneles facturados con papel de China, goma de pegar y güines de caña y la cría de palomas mensajeras no sólo es un imposible (buscar el ejemplar adecuado, la alimentación, el entrenamiento exquisito, los medicamentos, etc.) sino muy trabajoso (algunos prefieren un palomar encima del techo pero en la ciudad eso no se ve mucho ya) y la cría de aves a domicilio enjauladas impide el vuelo libre y feliz de los animalitos. Por eso los que acuden a la calle G no les interesa mucho la geografía o la astronomía sino la habladuría y el punto G...

De tal suerte nos estamos convirtiendo el terrestres de verdad y en antiaéreos, lo que conspira contra aquella intención que teníamos todos de convertirnos en pilotos algún día o en cosmonautas o en voladores de cohetes, en manejadores de naves espaciales y en descubridores aventureros del cosmos universal bigbánico infinito espacial hermoso gravitacional elíptico mítico divinoendemoniáticamente bello del cual probablemente vino en un viaje de cometas la vida misma y que inyectó en el mapa genético humano aquella idea factible de volar por entre la lluvia de aerolitos y regresar o no, pero sintiendo que cuanto más nos alejemos más cerca estaremos a punto G de encontrarnos con alguien similar a nosotros. Y por qué no, aumentar con eso el número de nuestro horizonte neuronal como cierta elipse que se le forma en la cabeza a los muchachos y muchachas allá por la Calle G...

Yo digo que junto a la educación formal que ahora se está dando en las aulas debíamos introducir desde la primaria alguna idea de que el ser humano no debe solamente contentarse con comer y dormir sino que también debe pensar alguna vez en dar un viajecito al exterior y así acostumbrarnos a la idea de no considerar a los que queremos viajar a algún lugar del exterior como seres extraños sino por el contrario como búfalos que han perdido el pudor y el miedo cerebral y se deciden a probar suerte más allá del guetto donde los han metido a pastar, a dormir desnudos y a reproducirse, como ciertos muchachitos y muchachitas que van todas las noches por la calle G...

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