martes, 12 de mayo de 2009

El helio de la burbuja nos está quemando

El polvo como hemos visto enterró a la pandemia y fue a su vez desterrado por el agua y sin embargo los hombrecitos y las mujercitas de negro seguían lustrosos y sonrientes mientras trataban de convencer a los incrédulos del por qué la luna estaba suspendida en el firmamento por aquella fuerza descomunal de la voluntad. ¿Y cómo iban a imaginar el argumento los que escuchaban aquellas prédicas si una esfera mucho mayor estaba también suspendida en el dipinto di blú? Pues ahí les va el cuento del sol suspendido, perdido y encontrado, salido y entrado, naciente y poniente, el sol mayor, soldado, solivio, sol y son, solidiscupio, coperniciano y geróntico, en fin el sol amarillo y enérgético, febeo, helíaco, ultrasolar, cincunsolar, heliocéntrico, sotanero, soladura, solecismo, soledad, solemne, solera, soletar, solevantado, solícito, solidario y soez.

Estaba allí colgado el sol sin caerse con sus protuberancias y sus terremotos solares, sus explosiones atómicas calientes, esperando que algún incauto lo empezase a mirar para dejarlo ciego para toda la eternidad, que la luna misma diera una vuelta para iluminarla y que ella se encargara luego de las mareas y de su única virtud: el nacimiento de las plantas en hora buena. Un sol entero, el mismo para todas las latitudes, horóscopos, charadas, premoniciones, oráculos, espiritistas, poetas y comediantes, tribunos y dirigentes, abogados y lectores, esperando que vinieran las vacaciones de verano para quemar a los que se desnudaban en las playas y contribuir a la venta de las sombrillas y de las cremas para untar en la piel.

¿Qué pasaría, dijo el gran músico, si la música desapareciera por dos días de la faz de la tierra? Dijo que la propia humanidad desaparecería. ¿Y si faltara el sol, si un día decidiera ir a suspenderse allá en casa del mismísimo carajo y nos dejara pendientes de la brocha sin escalera para bajar? ¿Y qué si le diera por tragarse este universo que a él le pertenece pues se dice que todo gira a su alrededor que él no sale ni se oculta sino que son los constantes planetas y satélites (¿somos de verdad independientes o satélites del sol?) los que lo hacen? Díganme ¿qué sucedería si nuestro sol Juana Inés de la Cruz, ese astro rey a quien nadie puede tocar ni ver nosotros los humanos siempre agachados con la cabeza baja rindiendo pleitesía al poderoso Señor, si un día dijera a ver me voy de esta casa y arréglenselas como puedan? Es una pregunta difícil de verdad... como esas de los exámenes de ingreso a la universidad. ¿Quién sabe, digamos, qué le sucedió a la pájara pinta? ¿Cómo hacen los helados? ¿Cómo se crían en cautiverio los osos panda?

Nosotros los humanodependientes, subordinados y subalternos, súbditos y sumisos, sácopes y auxiliares, feudatarios y tributarios, sufragáneos y vasallos, inferiores y empleados, oficinistas y burócratas, vendedores y tenderos, horteras y motriles, los indefensos, los transgredidos, los viles y torpes, indignos y groseros, repugnantes y vergonzosos, los incapaces e ineficaces, infructuosos e inactivos, inertes e inútiles, ociosos y frígidos, débiles y agotados, infecundos y estériles, invalidos y exinanidos, nosotros los insolados, mustios, desirradiados, difusionados, esparcidos, disparatados, improductivos y mentecatos, los gregarios y pálidos, los draculíneos y hemofílicos, los renacuajos y enclenques subestimados por el sol, Mr. Sol que nos calienta, nos quema, nos achicharra y nos rejuvenece, los quemados y asados qué mínimos somos, qué insolados... soslayados, suspendidos, socotroquizados, sofritos, soterrados, ¡oh, sole mío!, soledigitalizados, solos como un perro callejero, como barca sin velero sólos, un solo de violín, una pizza napolitana sola a la bartola como calienta el sol aquí en la playa...

A pleno sol estábamos mirando el sol detrás de unos calobares inmensos verdes como fondos de botellas y nos estábamos convirtiendo en personas muy amables y serviciales como las empleadas de las shops de Cubalse que son soles y rayos amarillos displicentes, hacendosas y curvilíneas siempre con la verdad que es el sol de las inteligencias. Allí en las gradas bajo el sol tropical sin poder comprar nada porque nada había, ni siquiera teníamos en el bolsillo un sol peruano ni un sol naciente japonés, ni un girasol. Estábamos allí polvorientos cogiendo sol como indios, adorando a los equipos que jugaban sudorosos la pelota redonda como el sol sin sombra, hasta el anochecer en que se encienden los focos soleados y lúcidos, los luciérnicos soles nocturnos lunáticos, nuestro sol que es el que nos da la vida y nosotros aquí seguimos sin trabajar consumiendo sol y bebiendo maltas frías, pepinos de naranjita y comiendo panes con croquetas de pescado.

Tanto cuento con el sol y en el centro dicen que tiene un núcleo oscuro y unas protuberancias como si tuviera acné en la cara y lejos que está a unos 150 millones de kilómetros y 1 300 000 veces más o menos mayor que la tierra y sin embargo nosotros aquí creyendo que somos el centro del universo uno y diverso trabajando hasta los 65 años los hombres y hasta 60 las mujeres salga el sol por donde salga. Antes de Copérnico se creía (y todavía se cree) que el sol giraba alrededor de la tierra (la concepción geocéntrica del sistema) y sin embargo millones de seres humanos dicen hoy que "el sol sale todos los días" cuando en realidad es la tierra la que "entra" a su alrededor con varios movimientos (rotación, traslación, flotación y desconflautación), así que seguimos equivocados y el viejo Nicolás allí con su teoría cierta y nosotros sin hacer caso, como coloides dispersados en un líquido (sol) o la primera letra de la palabra solve en el himno de San Juan Bautista o la quinta nota musical en la escala clásica (do, re, mi, fa, sol, la, si) de la clave de sol.

Nosotros los soleadores (obreros) soleando la soladura, solapados bajo el sol, solos como los perros calientes, solaces y soldados al sol, solemnes y solejados o solenes (moluscos lamelibranquios llamados vulgarmente cuchillos) comiendo el dulce llamado soleta, solfeando soliviantados solícitos sólidamente como si fuéramos un solenoide solidificado. Aquí la gente no sale de compras sino a buscar algo que traer y en los timbiriches bajo el sol se tuesta como tostadas y cuando regresa a casa viene acompañado con una quemadura a flor de piel que es la prueba contundente que ha salido con su jaba, ha hecho su cola y ha traído aquello que ha podido conseguir bajo la sombra de su sol. Insumos para reponer las energías que se han gastado bajo el sol y poder seguir regando las matas con agua, sol y algo más.

Y sin embargo lo queremos y lo admiramos amarillo como es, ardiente clorofílico hermoso abrasador caliente tropical, ese que pintamos encima de la casita entre montañas, nubes y auras tiñosas que da color a las flores y hace crecer la mata de guayabas, el sol mayor a quien aprisionamos dentro de la cajita de Tomás Moro y por las noches nos permite encender la bombilla, el que convocó la rebelión de los vientos, derritió el acero y puso coto a la oscuridad. Desnudos bajo el sol montados en el caballo de Atila, volando encima de la alfombra con el ánimo solar que nos permite seguir empujando el almendrón cuesta arriba o cuesta abajo (mejor) con nuestros títulos y premios de nobleza (un premio noble) cabizbajos pero contentos mirando nuestra sombra como nos sigue o se nos adelanta gracias a él la más grande burbuja de helio que pende en el vacío sin que se sepa cómo ni desde cuándo ni por qué sigue ahí sin marcharse a otro mundo, sonriente y lleno de energía por los siglos de los siglos, amén.

2 comentarios:

Inés De Cuevas dijo...

Cómo quisiera empujar ese almenfrón con todas mis fuerzas para que el espíritu de sus señales astrológicas reposara en las orillas de este Mar de Las Antillas o en los almohadones de nubes y nieve de esta Cordillera de Los Andes Venezolanos para que brillaran como espejos sus riachuelos cogelados y las Cinco Äguilas Blancas de Don Tulio Fébres Cordero volvieran a alzar el vuelo hasta el lugar donde habita el autor de "El helio de la burbuja nos está quemando" y dejara en su puerta un poco del rocío refrescante de estas montañas merideñas.

Un abrazo solidario desde Venezuela

Inés de Cuevas
http://inesdecuevas.blogspot.com

Los Afonics Son dijo...

me ha parecido super interesante, deverdad que quiero felicitarte por que para mi tienes mucho talento.

me gustaria que pasaras por nuestro blog, para que escuches nuestro temas y me digas que opinas.