sábado, 4 de abril de 2009

Una ventana especial

Se recomienda tener una ventana especial en la casa para dar solución a los problemas, vencer los obstáculos o como dijera Steve Window "salir del atolladero".

Una de las condiciones previas de dicha ventana es la selección de la madera porque la tal no puede ser de aluminio, acero, titanio, vidrio (cualquiera tiene un tejado de vidrio, claro) y mucho menos de criptonita, desde luego. Debe ser de madera dura como ácana, granadillo, cedro, caoba u otra similar resistente a los comejenes (termitas) y a los come genes de los cuales hemos hablado recientemente. Una madera (roble) de olor mestiza aplatanada que haya salido de un árbol especial (el árbol de las especias por ejemplo) y que tenga aquella personalidad propia de atraernos (una madera imán) con la que se pueda hacer no sólo el marco sino también las juntas interiores, las chambas, las tablillas, que se abra al mundo para que este se abra a la ventana y nos proporciones el único gusto egoísta que nos está permitido: mirar.

No lo sabíamos pero teníamos esa ventana en casa hecha de papel (papiro) amarillo y goma de pegar como esas artesanías que han exportado los franceses que nada pesan y que tanto atraen, una ventana ideal pintada a crayola sobre papel liso ajustada al piso que es el lugar más cómodo para pintar una ventana. Estaba la ventana en su salsa y estaba tan salada que no me la comí, como decía la conga oriental que nos invitaba a arrollar por la calle de Infanta desde San Lázaro hasta Carlos III. Una ventana de dulce de leche, de ajonjolí, de esparadrapos tejidos, de sábila, ventana para mirar cómo llovía, para ver cómo pasaba la gente, allá los perros callejeros corriendo a más no poder, ella cortando las flores, aquel viejo fumando su pipa, la abuela tendiendo la ropa, aquel papel revoloteando como palomas en celo, el césped dejándose cortar, el olor a tierra mojada, el sacristán en su oratoria, el escolar con sus libretas a cuesta, un remolino, las nubes altas, el cielo gris, antenas de tv, postes del tendido eléctrico, están arreglando una calle, los tanques de basura, las mariposas nacen mientras se esconden las hormigas, ¿por qué camina la gente?, murmullos, canciones, un papalote a bolina, el mar lejos pero inquieto, se está acabando este invierno y viene irremediablemente la primavera...

Otro requerimiento es listar los asuntos a resolver, una lista espontánea hecha con todas las de la ley: ninguna ley. Listar y ordenar comenzando por el 1 hasta digamos el 25, un cuarto de asuntos de un total de 100... Habrá que poner el papel (la ventana) en el suelo y marcar desde el borde superior hasta el borde inferior una recta (curva) y desde el borde izquierdo hasta el derecho otra curva (recta) cosa que quede la ventana (el papel) dividido en cuatro cuadrados perfectos... En el primer cuadrado arriba a la izquierda los asuntos urgentes e importantes (UI), debajo del cuadrado izquierda los importantes no urgentes (INU), arriba derecha en el cuadrado los urgentes no importantes (UNI) y debajo los ni urgentes ni importantes (NUNI) de tal suerte que queden estas cuatro siglas bien claras para ubicar la lista en ellas: UI, INU, UNI, NUNI... Ya tenemos algo para entretenernos y comenzar el lunes diciendo siempre: "Gracias a Dios que es lunes"... claro. Y a poner la lista de tal manera que resalten las prioridades cualesquiera que ellas fueren... Un asunto ni urgente ni importante es llamar a Fefita para saludarla. Un asunto urgente no importante es buscar en la guía un nombre para el cachorro que nos han regalado. Uno importante pero no urgente es adquirir tomates para la ensalada del fin de semana. Uno urgente e importante es pintar el pasillo...

Pero el ejercicio se complica cuando en la relación de insumos (inventarios cero siguiendo el modelo japonés según dicen) no contamos con esa madera ni con otro material para confeccionar la ventana que pueda considerarse un sustituto. Y nos encontramos en el laberinto de comenzar un ejercicio de pensar buscándolo en las mismísimas ideas que como se sabe ni tienen forma, ni peso, ni dueño. Eso sucede a veces y se convierte el intento en un jeroglífico, en algo difícil como la receta para la inyección de algún antibiótico, el bautismo en una iglesia como precondición de la adoración de un orisha, la discusión acerca de la eternidad de Dios o de la materia, la homofobia y el vampirismo excluidos de las discusiones televisivas, el miedo a señalar con el dedo las deficiencias de los artistas, los compromisos emulativos archivados, el silencio sobre las causas de la sustitución de gerentes o altos directivos, la ausencia de página "roja" para la lectura en la prensa escrita, las verdaderas causas de los divorcios y los suicidios, el nombre de los que van a morir como resultado de la contaminación del VIH, las esquelas mortuorias y las fotos de boda publicitadas o los casos de retraso mental masivo encontrados en ciertas regiones del país...

Buscar una ventana prototípica es para algunos un ejercicio imposible porque la vida misma nos está tragando en medio de una avalancha gigante de materia que como tsunami nos pasa por encima como aplanadora de reparación de calles. Se ha ido perdiendo no sólo el interés por el trabajo sino también por el pensar, la gente arrasa con los dulces de oferta que logra encontrar de la misma manera que se come los panes que logra comprar, acaba con los recursos input y con los impulsos output, de manera sistemática la persona humana se va convirtiendo en un mecanismo tal como lo pensaron y describieron aquellos que argumentaban que el hombre era una máquina en pleno siglo XVII (habría que releer aquellos textos) y se inspira en supuestos relatos que nunca han sido escritos sino por los seguidores de los grandes fundadores de escuelas de pensamiento como Sócrates (lo conocemos a través de Platón), Jesucristo (se refieren a él sus seguidores o apóstoles), Buda (no hay textos digamos, originales), Mahoma (¿es El Corán un texto escrito totalmente por él comprobadamente?), Marx (¿conoceremos su palabra real económica en una interpretación que terminó de escribir su fiel amigo Engels en lo relacionado con El Capital?) y otros, mientras el ejercicio se deja en manos de extraños (delegación de autoridad hacia arriba) por lo que el cerebro singular de cada cual no sólo sufre sino se estanca e imposibilita desarrollarse (el prefijo sub significa como ya se ha señalado nunca casi sino imposibilidad) según algunos teóricos.

Los que recomendamos abrir la ventana con o sin madera (si consiguiéramos madera, mejor, o tal vez peor ahora me entra la duda cartesiana aunque una ventana material-ideal sería lo genial, lo fenomenal, lo estelar, lo espectacular) también estamos ante una disyuntiva fantasmal: encontramos madera (y la tocamos) mientras seguimos en el ejercicio o no la encontramos y nos la imaginamos sin tocarla pero ejercitando mentalmente la solución. Una disyuntiva muy parecida a un sablazo de
bateador frente a un pitcher submarino japonés de bola rápida y curveada: si le tiramos y damos hit ganamos pero si nos ponchamos nos cae encima la ventana de madera o la angustia de lo que está hecha la ventana ideal y perdemos el juego. Qué trabalenguas más raro en esta cuaresma en la que bate un aire aciclonado sin que haya una baja barométrica todavía y al mismo tiempo es muy difícil que crezca la esperanza de encontrar lo perdido pues no sabemos qué es en medio de una indefensión total ante la inexistencia de un pensador original y doctrinario genuino que nos indique dónde está la lámpara maravillosa con su genio dormitando dentro y que además nos aliente a considerar que el tipo espera por nosotros para ayudarnos a salir del atolladero en que vivimos... Uf...!!! Una verdadera y original cagástrofe, según dijera no hace mucho Héctor Zumbado.

1 comentario:

glazam dijo...

Una ventana especial para un escritor especial como usted: siempre deleitándonos con las vivencias y "desvivencias" ocurridas y por ocurrir.
Un abrazo.