miércoles, 12 de diciembre de 2007

El cumpleaños

(Esto lo escribió mi papá el 7 de Mayo. Vino a Berlín por 3 meses y pudo estar presente en el segundo cumpleaños de su nieta, a la que no conocía sino por fotos)

Estábamos esperando que en estos días alguien cumpliera años en la familia para saber qué de nuevo habría en tal caso. Los cumple días y cumple meses anteriores habían volado como papalotes porque aunque siempre hemos pensado que en todas las horas, minutos y segundos del tiempo del mundo estamos cumpliendo algo, hay siempre una voz interior que nos dice que cuando llega el momento en que nacemos parece que algo ocurre de una manera especial.

Y puede que la gente tenga razón y seamos nosotros los que nos empeñemos en que ocurra lo contrario. Antes, durante y después de ese minuto divino y terrenal somos diferentes. Así ocurrió precisamente ayer cuando vinieron a visitarnos siete bebitas amigas de mi nieta, un mejicano y una mexicana, una china, una austríaca, cinco alemanas y cuatro alemanes que junto a tres cubanos formamos un equipo difícil de derrotar, logramos armar una montaña de alborotos increíble, trotamos y saltamos, cantamos y hablamos, comimos y bebimos, hicimos de enfermeros y médicos, de entrenadores y deportistas, armadores de fiestas y payasos de cuentos, escritores y pintores, papitos lindos y mamitas hermosas, regaladores de cosas y receptores de dulces, todos con unas ganas de agradar a los demás, con deseos de compartir, de gritar por las ventanas para que todo el barrio oiga que nos sentíamos felices, que habíamos derrochado un tiempo eterno en el único pecado permitido, contribuir modestamente a que la homenajeada recibiera el más brillante y caro regalo en sus dos años de existencia: un besito de cumpleaños.

Una fiesta de niños sin pastel (torta, cake o como le digan) se convierte en una ensalada para mayores de edad y por eso mismo lo más importante después del que cumple el minuto de vivir es ese cuadrado que se pone intocable encima de la mesa de la sala rodeado de sus escoltas preferidos: las botellas de refrescos y los cubiertos para servir. Lo menos que hace un cumplidor de años es fijarse en la figura geométrica que está esperando a que la corten. Casi siempre esas personas piensan en engullir cualquier cosa y de manera rápida para que otros no tengan la misma oportunidad. Téngase en cuenta que a los dos años no se tiene ni gota de conciencia de la composición del auditorio, no se han asimilado todavía las elementales reglas de conducta en eventos como esos y lo único que preocupa a esos cerebros es una sola cosa: identificar quiénes son las caras nuevas que vienen a visitar. Todo esto se sabe por las confesiones de los adultos que cuando están presentes viven de nuevo aquella experiencia que tuvieron o no y se imaginan entonces lo que le pasa por la cabeza a quien le cantan la canción alrededor de las velitas encendidas.

Pero no había dificultad alguna...todos eran de una manera u otra conocidos, sobre todo los de la misma edad y cuando se dieron cuenta que ellas eran el centro de atención de los mayores hicieron de las suyas, los dejaron reunidos para que siguieran conversando y se fueron a esconder en el cuarto de los juguetes, a darse golpes divertidos como si estuvieran de paseo, conversar con los animales inanimados, deslizarse por la canal en el centro de la habitación y chillar como criaturas de zoológico para que los demás les hicieran caso, se sintieran orgullosos de esos lenguajes y se animaran a celebrarles el onomástico algún día del año próximo cuando se cumpliera el día de haber nacido.

Sin embargo lo más importante en una fiesta de este tipo no son las cosas, sino las personas. Había un señor de edad avanzada que se reía por cualquier motivo no solo al ver las caras de los demás sino al compararse en el espejo lo mucho que cuentan sus arrugas. Una señora elegante y cuidadosa, muy educada que se embarraba las manos con los dedos comiendo torta y disfrutaba con eso tal vez las advertencias que tuvo que sufrir de por vida que le negaban tal derecho. Una asiática que prefirió sentarse en el suelo y hacer ceremonias con los dulces y las bebidas al estilo de sus ancestros y cantar una canción en su lengua natal que nadie supo qué significaba. Un padre que hablaba solo y en voz baja mientras tomaba una bebida rara y que todos creían que estaba recitando un sermón religioso y en realidad se encontraba ensimismado en aprender palabras chinas para comprenderlas bien. Una mamita que cuidaba al mismo tiempo tres personas diferentes: dos niñas y un marido. Y un marido que cuidaba tres personas distintas: una mamita y dos pequeñas. Una damita que llevaba abrazada a una nenita tanto sobre el pecho que no la dejaba siquiera respirar tranquila. Una nenita que abrazaba tanto a su mamá que no la dejaba caminar siquiera. Una barrigona que se movía como gacela buscando qué hacer para que los demás tuvieran qué hacer. Un papito lindo que bailaba en medio de la cocina preparando los comestibles. Y muchos más a los que les pasaban por la mente como película de muñes todos los cumpleaños de sus familias y todos los cumpleañeros que habían formado un coro gigante que saltaba y cantaba un canto bailable que nadie sabía quién había traído escondido de regalo.

Pero lo que los presentes no pudieron imaginar era que el tiempo ese día pasaría tan rápido como un torbellino que arrastrara con todos los globos de colores, invitaría a volar sobre una alfombra mágica a todos los muñecos, levantaría en el aire una montaña de libros, anaqueles, adornos y flores y se escondería por la noche en el sueño más lindo de todos los sueños del mundo para despertar ese domingo con la sorpresa de que nadie recordara cuántos años irían a transcurrir de aquel cumple de dos, cuánto hubo que hacer para que todos vinieran y la pasaran bien, qué se habló y qué sucedió en aquella ocasión, qué dijo la gente antes de acostarse a dormir y cuáles fueron los nombres de todos los presentes, en que país nacieron, cuántos años tenían al cantar la canción de las felicidades y hacia dónde se fueron pensando regresar para el cumple de tres o enviar una postal desde algún lugar del mundo recordando este día. Menos mal que tenemos las fotos y los vídeos, porque si no dirían que estamos inventando los cuentos para pasar el rato.

Así que la fiesta quedó tan buena como la quisieron todos...hubo sorpresas y regalos, invitados e invitadas, jolgorio a manos llenas, carreras en auto y caminatas a pie, luces y música y mucha risa saltando entre los cuartos y las paredes. Un cumple por todo lo alto debajo de la azotea de un tercer piso, con traductores e intérpretes, en un país en plena primavera, un sol afuera cumpliendo años también, flores en los jardines y un tren pasando cada dos minutos exactos como sabiendo que estábamos dentro del edificio disfrutando de aquello. Mi nieta estaba como pez en el agua, haciendo el café de los cuentos a sus muñecas y pidiendo que viniera el próximo cumpleaños para hacer ese día lo mismo que le hicieron a ella: cantar las felicidades en tres idiomas diferentes.

Con lo que ocurrió ayer en un pequeño minuto tenemos para seguir hablando hasta que sin saberlo vengan los próximos de todos los años del mundo y otros nos canten las felicidades sin que estemos presentes y nos hagan bailar aunque no lo queramos porque esta es la fiesta más importante de todas nos inviten o no, que se la merecen los que nos trajeron de regalo al mundo de los vivos y nos dejaron solos o acompañados para los recordemos toda la vida. Así que a entonar aquello que dice: “Felicidades mi niña en tu día, que lo pases con sana alegría, muchos años de paz y armonía, felicidad, felicidad, felicidad... Y a comer el cake”.

4 comentarios:

GeNeRaCiOn AsErE dijo...

cono que bonito esta eso!
no veo a mis viejos hace 8 anos y estoy loco por encargarles un par de nietos.
cuando la nina crezca, va a tener ese cuento para ella y estoy seguro que le va a gustar mucho.

saludos, t

Aguaya dijo...

A mi papá se le cae la baba con la nieta... y al nieto pudo verlo al nacer. Lástima que regresó una semana más tarde. El nin~o ya cumple 5 meses y los dos van creciendo sin estar cerca de los abuelos....... El viejo está loco por venir de nuevo!

Yo soy Medea dijo...

el color oxido, con la letra rosada hace un poco dificil la lectura, me parece a mi...

Aguaya dijo...

Gracias Medea por tu observación! Probaré con otros tonos a ver...
Saluditos,
AB