domingo, 25 de noviembre de 2007

La cólera

(También del 22 de noviembre del 2006)

Se trata de un pecado femenino claro está que toca a todos y a todas... Ya lo ven, cómo se transforman curiosamente las cosas. No se trata del "cólera", esa enfermedad epidémica (uno de los azotes de Dios según dicen) que ataca con vómitos y diarreas violentas el intestino y que proviene originariamente de la India, sino de "la cólera", esa otra enfermedad del espíritu, esa explosión (no naranja por cierto) del ánimo, incontrolada, el exabrupto, el movimiento desordenado de las arterias, el crispado de las manos, la gritería solariega, la mala palabra (blasfemia), la ofensa, que ataca al hombre, los animales, los elementos, "la colera del viento" (figurado) y en fin, el "bateo", la discusión sin ton ni son, la cagástrofe de Zumbado...

La cólera es ira, por tanto somos coléricamente iracundos, irritados, violentos, airados, soberbiamente alterados, impulsados, desbocados, salvajemente incontrolados, rabiosos, rabiados, hidrofóbicamente no vacunados, todo lo contrario a la coba, las buenas maneras, la diplomacia (no del usd) porque la cólera es la subida de los humos y de la fama a la cabeza. La cólera enturbia las pasiones, las desata...

Así que pecamos cuando nos encolerizamos, no oímos, nos desgastamos discutiendo, rompiendo decibeles (decibel es la décima parte del bel), alterando el ambiente, molestando al vecino. El que discute bajo el ambiente de la cólera se envenena a sí mismo, no distingue, no piensa bien, se bloquea (abajo el bloqueo), por lo que no es lo mismo levantarse, decir los buenos días y rogar humildemente que nos digan dónde están las chancletas que gritar a voz en cuello: "Dónde están las cabronas chancletas, coño!!!!!". El tipo montó en cólera y le responden: "Búscalas tú mismo cachoecabrón!!!!!". Y se formó la choricera, la discusión, la zurribarria y el V2 que va a Paseo...

Los cólericos tipo A son impulsivos, gritones, guaposos, impositivos, no calmados, irritables, hipersensibles, se ponen rojos al gritar, parecen umpires de pelota cantando un strike. Con los coléricos tipo A no se puede discutir. Siempre perdemos... son unos comemierdulinos insoportables porque no nos dejan hablar, siempre quieren ganar las discusiones, pecadores, pecaminosos, pencos, resabiosos, cerreros, sin domesticar, son animales salvajes, bárbaros, sanguíneos, truculentos, alevosos, son un saco de alfileres, son como el puerco espín con los pelos parados, como el pescado sin escamar, siempre erizados, el erizo de mar, el pez globo, son una bola de dificultades...

El que dijo que este pecado lo era tal hizo un aporte al psicoanálisis, a la psiquiatría, a la locura, a la simplicidad, a lo fútil, para hablar sinceramente, todos y cada uno de nosotros se ha alterado alguna vez, ha tirado al piso sus platos, ha explotado, ha gritado en el stadium, ha sentido la necesidad de mandar al carajo a cualquiera, en mala forma, sin que le hayan hecho nada a uno, qué mal nos hemos portado en ocasiones, hemos tirado el teléfono, la puerta, nos hemos encabronado, porque somos humanos y todo ser humano lleva dentro de sí la parte del animal que lo precede, lo que sucede es que existen personas que animales son y no acaban de llevar dentro el pedacito de homo sapiens que más conviene... La cólera es insoportable, si señor...

La cólera afecta la garganta, las cuerdas vocales, las arterias, dendritas y axones, el cerebro, el cerebelo, la médula espinal, la columna vertebral y los dedos gordos que se encuentran al final del metatarso del pié que son las bocas de cavernas por donde sale el alma del cuerpo... Es un pecado que no se cura con rosarios ni rezos sino con pastillas de calma, con números para contar como pastillitas de meprobramato, ridol, dextroproposifeno, incluso marihuana como tratamiento sedativo controlado a nivel de estudios minuciosos médicos anátomo-neuro-fisiológicos-psicológicos modernos, que son indicados por especialistas en enfermedades nerviosas, alteraciones del comportamiento, tratamientos antiluchin, sedativos, calmantes, cuidados antiestrés tipo sooo caballo y otros que nos pueden poner en un momento dado como el Voltaren: suavecitos, ricos, calmados, sedados, sabrosos, dulces, bajitos de sal, suaves y frescos, piscinados, ronronosos como gatos, amorosamente besuqueadores, babositos y felpados como si fuéramos Aladinos y nos pusiéramos a volar en alfombras por el cielo azúl dipinto diblú, sin arenas piedrosas, como miel para osos de zoológico, unos osos tranquilitos que comen pan y aplauden...

Esto no quiere decir queridos compañeritos y compañeritas que tengamos la flema de los ingleses, la pérfida Albión, que seamos indolentes, que no nos alteremos por nada, que aceptemos el fraude de la shop sin protestar, sin chistar, tranquilitos como osos de museo (tranquilidad viene de tranca), que estemos siempre así como oyendo los valses de Strauss, leyendo a Platón y Aristóteles pasmaditos, meditabundos, serenos, quietos, parados y compañía, en la huelga de la actividad y que nos digan botija verde y no contestemos nada, traguemos los insultos que nos hacen, vaguemos por la casa sin dar una opinión, que no aplaudamos, saltemos y gritemos el gane de pelota en el final del 9no. episodio, sin inmutarnos, perplejos, antionomatopéyicos, que tengamos la sangre de horchata, fofos, insípidos, estúpidamente cretinos, así como zombies, como ceros a la izquierda, convertidos en nada (la nada de Hegel)... Eso sí que no! Que no nos jodan mucho porque también explotamos, montamos en cólera y cuando terminemos entonces rezaremos 97 millones de Padrenuestros, mil millones de catilinarias mahometanas, 7 mil millones de cantos hindúes, 14 mil sepetecientos millones de rezos sincréticos y cuando terminemos nos volvemos a disparar como cafeteras... Que no nos pinchen que explotamos como globos de cumpleaños, cámaras de bicicleta y cartuchos de dinamita. Ah, bueno!

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