domingo, 25 de noviembre de 2007

Los que NO nos quieren

(Escrito por mi papá el 7 de noviembre del 2006)

Esos también existen, son algo así como antípodas de los otros, la negación nihilista de los que SI nos quieren...Los que NO, ya tienen un lugar pero fuera del ámbito de los nuestros, que hemos fundado una asociación universal de millones de seres que se han puesto de acuerdo con Vallejo para decirle al cadáver: "Quédate, hermano..." y que no siga muriendo. Los seguidores de aquel que puso las piedras angulares de la religión del amor, amplia y democrática, sin exclusión, para luchar contra los que piensan que ese sentimiento (el cariño) es inatrapable, inexistente, propio solo de ilusos, seco, cosificado, metalizado, esclerotizado y todos los ados equivocados del mundo.

Tenemos muchas pruebas de que "Los que No..." seguirán arando en el mar, sin encontrar las algas del fondo, silbando en medio de la tormenta cuando se sabe lo que esto trae de mala suerte, interrumpiendo conversaciones, desconociendo la música, aplastando el arte, echando fuera del tanque la basura, odiando a los animales, inventando pesadillas, viviendo para vender, muriendo por comprar, esos vagabundos sin horizontes, amanuenses, proxenetas, pícaros, aquello que No queremos ser. Los de la acera contraria, los prescindibles, esos los que NO, con los cuales convivimos porque no nos queda otro remedio, los que no nos van a acompañar en el viaje final, con los que no nos tropezaremos en el otro paraje, aquel de las nubes inmensas, de los olores maravillosos, de las ánimas alegres y bulliciosas que hacen el bien y no miran a quién.

Son los que nos ponen la famosa zancadilla, los egoístas, los mentirosos, los que sienten envidia, los pacotilleros, los del "forro" en el dominó, los que no quieren a los ancianos, los que no escriben cartas de amor sino de odio, esos No nos quieren ni en pintura, nos aborrecen, son vampiros de almas, delincuentes de oscuridades, aberrados de espíritu, a los que hay que conocer bien para que no nos hagan el daño que han hecho a otros. El mejor remedio para reconocer uno de "Los que No..." es mirarle fijo a los ojos: si se les desvía la pupila son de esa cofradía, si se mantienen firme a nuestra mirada son como espejos de nosotros y son por tanto inofensivos... somos nosotros mismos que nos hemos olvidado de mirarnos de frente algunas veces.

"Los que No..." podemos ser nosotros frente al espejo. Dentro del globo de la cabeza, ese que descansa encima de los hombros, están también los que no nos quieren, en lucha abierta contra los angelitos que llevamos dentro, esas ideas redonditas y de colores de "Los que nos quieren", la que nos dan el cocotazo de buenas intenciones. Por eso la segunda pista para reconocer "Los que No..." es mirarnos de frente hacia dentro nosotros mismos (parece una redundancia pero no lo es...), cuando nos automiramos, los ojos viajan hacia dentro poniéndonos bizcos, como bizcochos y nos miramos las arterias, las venas, las dendritas y axones escondidos, el estómago por dentro, las neuronas autoanalizándose, un autoexamen, el autofocal contra el mosquito...

Hoy por ejemplo, nos levantamos con el autofocal y decimos: "Cómo nos hemos portado hasta ahora?"... Si es bien, seguimos, si es mal, paramos... No nos podemos conformar con que otros sean los malos y nosotros los niños bondadosos, los que nos portamos requetebién, porque a veces nosotros mismos (la redundancia que hace falta) No nos queremos... Es así de sencillo: hacer con el otro un bien para que no nos hagan un mal que no quisiéramos que hagan con nosotros. Una buena acción, un don, limpio de vanidad con el cuidado de no caer en el gran bache de "la pureza del virgo nonagenario...del agua abosolutamente pura... sin una cáscarita de algo que la enturbie" como me hago la idea que decía el poeta. La otra pista importante es que "Los que No..." no son capaces de reconocer sus errores... como escribir cocimiento con s. Imperdonable y todavía le critico a Picasso que se ponga a pintar... Eso quiere decir que me estoy portando bien al menos hoy.

Los impuros que somos, somos solamente un poquitín puros si reconocemos que no queremos ser y no somos como "Los que No...". Esta película ya la hemos visto, es una muestra semanal holandesa como la que no nos gusta ver en los cines de estreno porque nos desespera el silencio. Es una lucha de la pureza contra la impureza, del agua tibia contra el acero colado, del orinal contra la jarra de tomar agua. Todos son necesarios, pero sabemos escoger... seleccionar. "Así no, compadre, Cheo con eso no ayudamos". Y otras recomendaciones sin fín... A las damas toda la preferencia, el piropo también para la más fea que por regla general es la más linda de alma. Mujer bella, ideas feas, dicen los guajiros. Yo no sé...no tengo la absoluta seguridad de en qué lugar está nadando la verdad absoluta... redonda, total, universal, una verdad verdaderamente verdadera. No puedo, gracias a Dios, tirar la primera piedra, no soy un moralista. Pero me oriento y digo, hoy Día de los Inocentes: "Yo miento". Y con esto estoy diciendo la verdad.

Y mientras tanto, no hay que esperar el Juicio Final, hagamos nuestro juicio hoy mismo aquí, debajo de las hojas de los laureles que tienen obligadamente que caerse dentro de mi jardín (yo al menos tengo uno, otros lo tienen solo dentro del globo de su cabeza, un jardín ideal) y que me invitan a recogerlas con todo el cariño del mundo metido entre los dedos de mis manos. Hoy aquí, en este mismo instante en que trato de ver un rabo de nube sobre la ciudad pero no logro distinguirlo sabiendo que sus edificios lo impiden. Hoy, en este mismo segundo en que me estoy imaginando cómo aprisiona la hierba entre sus dedos mi nieta Paula y me dice "unterdenlinden-bajolasestrellas" en un idioma que ella solo conoce. O que me diga: "Gurtmornin-buenosdías...

Uno a veces se levanta con las ganas por dentro de entrarle a patadas al primer murciélago que se cruce en el camino, a mordidas a la primera codorniz que se encuentre en el campo, a uno le da por perseguir perros callejeros, por matar lagartijas, por apedrear nidos de sinsontes, a uno le da por no hacer favor a nadie, por encerrarse en su mundo y caer en el mutismo general, por responder con el "a mí qué me importa"...por cortarle el agua, el gas y la electricidad a cualquiera... La caverniculitis nos come dentro de la caverna de Platón (que nada tiene que ver con aquello para bañar bebés), vivimos a oscuras (a os monaguillos, a os presidentes, a os generales, a os brazileiros...) cegados por la separación del otro, por el enfrentamiento al otro, enajenados y en ocasiones desorientados como cáscaras de nuez en el torrente de una catarata inmensa.

Ahora, sabiendo eso, nos hemos montado en este Rocinante, enarbolando en el brazo la lanza contra "Los que No..." sabiendo que somos nosotros mismos los enemigos, los terribles mosquitos chupadores de sangre, queridos y queridas cavernícolos y cavernícolas, cros y cras, charquerosos y charquerosas, somos esos monos sabios esos mismos que queremos construir una planta de luz para dar electricidad, un acueducto para dar agua y que están viviendo en este propio año de la entrega de los aires acondicionados (el que los tenga), de los tv Panda chinos de colores, de las jarras de cristal blanco para hervir el agua, de los ventiladores para mover el aire, refrigeradores para hacer hielo y guardar helados unidos de la Word, helados yagrumosos, bombillos ahorradores que gasten menos, el mismo año de los colchones familiares, del chocolate en la bodega, de la ausencia de pescado y del pan nuestro de cada día los mismos que hemos llegado a las conclusiones de conclusiones... No nos queda otro remedio que fumigar nuestro mosquito pata amarilla con: Besitos.

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